Su tez pálida era el mensajero perfecto de su vergüenza, pintaba sus mejillas de un color rosa suave, y derrumbaba la coraza que ella misma había creado.
El miro atentamente como se sonrojaba, buscaba sus carnosos labios y sus grandes ojos castaños, mientras ella solo intentaba huir de aquellos ojos seductores que la habían atrapado, tan ferozmente.
-Te quiero- susurro, besándola fuertemente.
Quizás nunca debió haber dicho aquello.
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. . . Quizás . . .
ResponderEliminarUn trozo de luna -roja.-
Quizas...
ResponderEliminartan malo es lo que viene despues? Espero que el momento se recuerde!
Cuidate :)