lunes, 3 de mayo de 2010

- la chica de los cachetes sonrosados-

Mediría metro sesenta, y tendría unos veinte años, era de las típicas niñas de cara linda y sonrosada, de esas que aparentan menos edad de la que tienen y que huelen bebe y a leche calentita.
Estaba caminando sola, por una calle de esas, de las que no se debe pasar bajo ningún concepto cuando es de noche y menos si se tiene una cara tan bonita, aunque a ella no parecía importarle.
Sus pequeños ojos azules miraban fijamente a la nada que la envolvía, era una mirada perdida, como la de los viejos que vislumbran la cercanía de la tumba, me sorprendió bastante, pues de lejos, parecía bastante jovial y alegre.
Supongo que aquella visión que tuve fue solo una mascara, pues mientras me acercaba a ella veía sus tristes ojos mas penetrantes y amenazadores y un profundo dolor comenzó a apuñalar mi pecho, una agonía tan asfixiante que terminaba con la mas nimia gota de optimismo que mi frágil cuerpo podía abarcar. Era, con diferencia la mirada mas desesperada que había visto en años y un escalofrió recorrió mi espalda cuando su mirada se cruzo un instante con la mía.
No se que diablos estaría pasando por la mente de aquella muchacha, pero de bueno no debía de tener nada, y cuanta razón tenia mi mal presentimiento, cuando a la mañana siguiente halle su imagen en el periódico, en primera pagina, pues en este pueblucho dejado de la mano de dios, un suicidio es una noticia en toda regla.

3 comentarios:

  1. Que triste texto. Si, los ojos a veces muestran más de lo que queremos.

    Un besito de ensueño =)

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  2. Buenísimo. Cuantas veces (quizás siempre) los ojos pueden manifestar lo que sentimos.
    Te sigo.

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