A las siete menos cuarto suena el despertador, y como cada mañana lo apago y espero que vuelva a sonar a las siete en punto.
Es una tontería, puesto que me estropea unos hermosos quince minutos de sueño, supongo que los necesito para prepararme mentalmente, y luego poder adentrarme en el mundo real.
Durante esos 15 minutos, a veces fugaces, a veces eternos, me acurruco una y otra vez entre las sabanas, buscando un calor, que, en unos instantes me será arrebatado, por la cachetada fría de la realidad y la rutina.
En verdad, me gustan esos minutos de espera, es como caminar por el filo que separa la realidad de los sueños.
Ya es tarde. Voy a encender mi despertador. No valla a quedarme dormida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
^o^
ResponderEliminarQue curioso, nunca habia pensado todo esto que dices...Pero me ha encantado :)
Besos